Como si el tiempo fuera algo inagotable y los dias duraran hasta el infinito he vivido este verano. Pensando que hoy era hoy y mañana ayer y así sucesivamente. Sin embargo, la luz que hoy entraba por las ventanas me ha indicado que el otoño se me va a aparecer a la vuelta de la esquina y yo no he actualizado el blog ni una sola vez en casi tres meses.
Así que me he dicho a mi misma que de hoy no pasaba, que cosas que mostraros son muchas. De hecho, los oleatos estan listos para sus uso, los jabones que los primeros meses de verano hice estan a punto de agotarse, estan secándose todavía los últimos jabones que hicimos con Gloria, y tengo unos cuantos encargos que cumplir para estos meses próximos.
Entre aceites y burbujas, el verano se ha sucedido, además de rápida y misteriosamente, de la siguiente manera:
A principios de julio tuvo lugar en Albelda la festa de la Sega, en donde fui invitada a hacer alguna demostración de la elaboración de jabón por el proceso en frío. Quiero agradecer desde aquí (y aunque sea un poco tarde) la invitación porque fue todo un éxito, tanto las demostraciones como la venta de jabones que tenía ya hechos de meses atrás.
Una gran ayudante (o sea se, mi hermana) estuvo a mi lado en la elaboración de jabones de café y de leche de cabra, avena y arroz.
Otro regalo que me han hecho durante el verano han sido casi dos litros de leche de burra, de la cual salió 1 Kg de maravilloso jabón de leche de burra, cacao, aceite de albaricoque y AE de geranio y pachuli. Y para aquellos incrédulos respecto a la leche de burra os dejo la foto que corrobora la obtención del apreciado nutriente ;) y del jabón que de ella apareció.
